Sobre mí

Soy Miguel Ferreras. Allá por el 2006, estaba feliz con mi situación, mi profesión de psicólogo, mi pasión por la natación… No había bailado en mi vida, no estaba hecho para esto. Me aterraba. Pero la presión de mi pareja era tal, que resolví demostrar mi incompetencia asistiendo a un par de sesiones.

La profesora, Almudena, nos hizo caminar, dar la música como si el suelo fuera el teclado del piano. Luego, botamos pelotas de tenis, en un ejercicio de oposición natural entre nuestras “patas delanteras y traseras”, algo que se veía bastante claro desde fuera, pero que era propiamente incapaz de hacer. Pensé que con unas pocas clases más, lo tendría dominado.

Paulatinamente, notaba que este trabajo me sentaba bien. Y no me era tan fácil, a pesar de que las propuestas eran del todo naturales. Viajaba a través de mi propio cuerpo como quien descubre un nuevo destino para las vacaciones. No me había dado cuenta de cuan desconocido me era. En realidad, había muchas cosas que ni me había planteado.

Me gustaba cada vez más compartir este camino junto a mis compañeras, y el día de la danza se convirtió en un punto de luz en la agenda semanal. Descubrí los cursos intensivos, que pronto se convirtieron en la fuente de mi oxígeno.

Con los años, el foco de trabajo se amplió: la intención, las emociones, la expresión… También tuve que lidiar con mi propio carácter, para recorrer el interminable camino desde mi escondite en fondo de la clase, hasta la posibilidad de encontrarme en cualquier posición en el grupo.

Tuve la fortuna de vivir con la Maestra Annie Garby. Fueron 4 años de danza a diario y de fines de semana con Alexandre Bodak al piano. La chamana y el mago. Cruzaban una mirada y la sala se hechizaba. Las cascadas de notas me llevaban por el espacio, mucho más allá del suelo, mucho más allá de mí mismo... Son de los mejores momentos que me ha regalado la Vida…

Almudena volvió a ser clave en el momento en el que me pidió acompañarle al piano. Gracias a su confianza absoluta y a la ayuda de Alexandre, actualmente acompaño, entre otras, las clases de danza libre de Artús Porta, Núria Escrig, Almudena Ruiz de Velasco, Isabél Alzola, Laurence Fouchenneret, Laura Garby, Nicole Häring, en Cataluña, La Rioja, País Vasco, Francia y Suiza.
 
¿Qué me ha aportado la danza? Primero, una mayor conciencia de mi propio cuerpo y de mi manera de moverme. Una mayor conciencia del espacio, de mi posición en relación a las otras personas, y una mayor capacidad para ocupar mi lugar. Un medio de expresión, dentro de las artes, en el que gestionar y exteriorizar mis propias vivencias. Placer, gozo, alegría… También diría que ha fulminado unos cuantos estereotipos sobre la masculinidad, que me restaban posibilidades de ser.

Hoy, mi propósito es seguir investigando el movimiento, como manifestación del Ser y expresión de la Vida, y compartir la alegría del camino de la danza.


Agradecimientos


A Almudena Ruiz de Velasco, mi primera Maestra de danza y responsable de mi vuelta al piano.

A Annie Garby, alumna de Malkovsky, Maestra de Maestras, por hacer de la danza su forma de vida, y compartirla con entrega infinita.

A Alexandre Bodak, por volarme la cabeza con su genio y su generosidad.

A Laurence Fouchenneret y Vinciane Vanhoutte, mis Maestras despiertas.

A Artús Porta y Heidrun Bergander, danza y música, música y danza, mis ángeles de la guarda estimats.

A Carme y Mariángels, que permiten que crea en este proyecto.